Recorrido aproximado del día: 205 km – 3 h.
Antes de poner rumbo a Reikiavik, terminamos de ver la península de Snaefellsnes. Nos acercamos a Hellnakirkja, una de las iglesias más bonitas, con el volcán Snaefellsjökull al fondo, el volcán islandés que inspiró a Julio Verne para su famosa novela “Viaje al centro de la tierra”.
A poco más de 5 minutos de aquí se encuentra Arnastapi, donde podemos ver el monumento a Julio Verne, la estatua de la saga Snæfellsáss y sus imponentes acantilados, llenos de arcos de piedra sobre el enfurecido mar.
Una de las razones por las que decidimos visitar esta zona, fue para ver la conocida Búðakirkja o Black Church, una preciosa iglesia de madera negra.
Ahora sí, ponemos rumbo a la capital. Tras 6 días prácticamente apartados de la sociedad, recorriendo sus solitarias carreteras, llegamos a la ciudad y nos sentimos abrumados por el cambio. Fue una especie de angustia el despedirte de esa paz y esos paisajes que recorrimos durante días y dar paso al tráfico y esa cantidad de gente.
Antes de entrar en la ciudad, nos acercamos al outlet de la marca 66º North, marca que ya llevábamos fichada desde España, pero no vimos nada a precio interesante.
Después nos fuimos ya al centro de la ciudad, aparcamos en la calle Bragagata, donde hay varias plazas de aparcamiento gratuito.
Lo primero que hicimos fue visitar la imponente y bonita Hallgrimskirkja, identidad de la ciudad. También subimos a la torre (previo pago de 900 ISK), desde donde se tienen unas bonitas vistas de Reikiavik y sus casitas de colores.
Desde aquí, llegamos caminando a Baejarins, el famoso puesto de perritos calientes. Estaban super buenos, así que nos comimos un par cada uno.
Aprovechamos la zona para ir de tiendas, entre ellas visitamos la famosa tienda de navidad Jólahúsið, donde nos compramos una bola de navidad para nuestro árbol. Y también pasamos por una nueva tienda de 66º North, donde ahora sí cayó una camiseta para mí con el famoso logo del pescador y una sudadera para Fon.
Caminando llegamos a la calle Laugavegur, principal arteria comercial de la ciudad. Y desde aquí, nos acercamos a la escultura Solfar o viajero del sol, barco de los sueños y oda al sol, una escultura que recuerda a un barco vikingo.
Los días hacen mella en nosotros y las pocas horas de sueño y el cansancio nos puede, así que decidimos despedirnos de la ciudad, pero antes nos acercamos al Café Babalú, una cafetería con encanto y una decoración vintage. Nos tomamos un café, un chai tea latte y una riquísima tarta de queso por unos 16€ al cambio.
Somos conscientes de que nos faltaron horas para ver esta preciosa ciudad, llevábamos anotados varios puntos turísticos más, un montón de restaurantes y también teníamos localizados un conjunto de pinturas de arte callejero muy interesantes. De todas formas, aunque no las visitásemos, las tenéis localizadas en los mapas que hicimos aquí. Nosotros nos las guardamos para una próxima visita.
40 minutos más tarde llegamos a nuestro hotel en Keflavik, dejamos el equipaje y nos fuimos a un Domino´s Pizza cercano para comprar nuestra cena de hoy. Tras una sesión de pizza y peli, nos pusimos ropa de abrigo y nos fuimos a la caza de auroras, aunque esta vez sin demasiada suerte. Estaba muy nublado y apenas pudimos ver una leve sombra en el cielo.
Último día en Islandia, última noche de un viaje muy especial que recordaremos siempre, como vamos a echarla de menos.