Amanecía en L.A. y nos despertábamos sobre las 5 a.m. debido al jet lag. Aunque nos hubiesen hecho falta unas cuantas horas más de sueño, teníamos ganas de ponernos en pie lo antes posible para comenzar a diluir todas esas malas sensaciones con las que nos habíamos acostado la noche anterior.
Una buena manera de romper la maldición fue comenzar el día desayunando los donuts de Randy´s que el cansancio no nos permitió cenar. La dosis de azúcar que desprendían en cada bocado creo que no se podría ni medir, pero es que estaban deliciosos!
Nada mas salir del hotel y volver a posar el trasero en los asientos del coche, sentimos que de verdad ese era el primer contacto con la ciudad y que el día anterior ya se quedaba en una simple anécdota. De repente, todo se había vuelto mucho más fácil. Las calles iluminadas por el sol, la agradable temperatura y el rugido del motor, dieron paso al comienzo real de nuestras vacaciones.
Como primer punto de interés, decidimos ponernos rumbo al cartel de Hollywood. Estábamos hospedados en Hollywood, ¿hay algo más icónico que visitar aquí que el mítico cartel en la colina? Llevábamos varios puntos fotográficos marcados en el mapa y visitamos un par de ellos, uno desde el 2120 de Beachwood Dr, una calle flanqueada por palmeras, desde la que se podían obtener unas imágenes muy casuales pero muy bonitas del cartel y otra desde el 3202 Canyon Lake Drive, justo al lado del parque Lake Hollywood (en nuestro post de preparativos tenéis un par de mapas con todos los puntos interesantes de este viaje. Os dejamos el enlace aquí). Mucha gente intenta llegar justo al pie de la colina donde están las enormes letras, pero desde hace tiempo se están produciendo muchas protestas de los vecinos que ven alterada su tranquilidad habitual, así que nosotros decidimos no acercarnos y optar por la práctica de un turismo responsable, evitando perturbar la vida de los locales.
Desde aquí nos dirigimos a Universal Studios, un parque temático al que le teníamos muchísimas ganas, no sin antes descapotar el coche (por fin) y empezar a disfrutarlo como era debido. Era nuestra primera vez a lomos de un convertible y he de decir que la experiencia no puede ser más satisfactoria. Supongo que, en parte, gracias al panorama inmejorable por el que conducíamos.
Quien nos conozca un poco sabe que somos unos locos de los parques temáticos y de atracciones. De hecho, si nos dejasen las llaves, podríamos ser quienes abriesen a primera hora y quienes cerrasen la puerta tras nosotros al finalizar la jornada. Nos pasamos el día de cola en cola, intentando subir en cada atracción y corriendo de un lado para otro como niños. Antes de pisar el parque, os recomendamos que os descarguéis la app de los estudios, ya que en ella aparecen reflejados los horarios de las atracciones y espectáculos, así como los tiempos de espera (muy importante) para acceder a cada uno de los eventos. Como habíamos comprado la entrada vía online, teníamos acceso “vip” al parque antes de la hora oficial de apertura, así que sobre las 7,30 – 8 ya estábamos estacionados en uno de los parkings más cercanos al recinto.
La zona previa a la entrada, denominada City Walk, es un boulevard plagado de tiendas y restaurantes de todo tipo, donde no pudimos evitar repostar en nuestro querido Starbucks. Dentro de poco (esperemos) abrirán la primera franquicia de la conocida marca de cafeterías en Asturias, pero mientras tanto, intentamos aprovechar en cada viaje para colarnos en uno.
El acceso al recinto principal fue rápido, ya que aún no había demasiada gente y nada más entrar ya pudimos comprobar la estupenda ambientación que caracteriza al parque. Decidimos empezar por la zona de Harry Potter y visitar cada una de sus tiendas y atracciones. En la que más tiempo tuvimos que esperar haciendo cola fue en “Harry Potter and The Forbidden Journey”, unos 30 minutos aproximadamente, por lo que consideramos que pagar el desorbitado precio del pase express, al menos a 3 de septiembre, no era necesario.
Tras visitar esta zona fuimos haciendo un trayecto un poco aleatorio, en función de los tiempos de espera que nos marcaba la app y así, a excepción de Waterworld, cuando llegó el final del día pudimos visitar prácticamente todas las atracciones: The Simpsons Ride, Jurassic Park, Transformers, The Mummy The Ride,… nosotros os recomendamos intentar no perderos ninguna de ellas.
Llegaba la hora de comer y estábamos en medio de Springfield, ¿adivináis qué nos comimos?…pues unas Krusty Burger! No llevábamos muy altas las expectativas y de hecho la hamburguesa no tiene nada de especial, pero la verdad, no sabemos si era el hambre o que llevábamos dos días comiendo la fabulosa comida de los aviones, que esta Krusty Burger nos supo a gloria.
La tarde la pasamos de atracción en atracción (raro, ¿verdad?). Fon me convenció para que entrase en The Walking Dead, la atracción de terror del parque, con lo miedica que yo soy. He de decir que fui todo el trayecto agarrada a él y gritando cada vez que había un susto, pero son 5 minutos y al final lo disfrutas y te sales riendo, por muy canutas que las hayas pasado dentro.
El plato fuerte fue cerca del final de la jornada, el Studio Tour, del que hay visitas tanto en inglés como en español. Nosotros, en el horario de las 6 de la tarde, a penas tuvimos que esperar 15 minutos de cola y es realmente imprescindible. Se trata de una visita guiada a bordo de un mini tren-bus en la que pudimos recorrer algunos de los escenarios de rodaje de famosas películas o series de televisión, como puede ser el barrio de Wisteria Lane (Mujeres Desesperadas) donde se pueden ver todas y cada una de las casas que aparecen en la serie.
En dos puntos determinados del tour, el tren se detiene dentro de dos pequeñas naves en las que se reproduce una película en 4D que es realmente impresionante. Tanto la de King Kong como la de The Fast and the Furious son espectaculares.
Derrotados, al llevar en pie desde las 5 de la mañana, decidimos buscar un lugar para cenar. Pasamos por delante de un Panda Express, donde venden comida rápida asiática y pedimos un plato para cada uno. En mi caso, decidí probar fideos Kung Pao, que no estaban mal pero picaban demasiado. No es un sitio caro y la comida es bastante copiosa pero no nos encandiló y no repetimos durante el viaje.
Ahora si, pusimos rumbo al hotel, parando antes en un supermercado que teníamos justo al lado a coger provisiones de cereales para los siguientes desayunos. Froot Loops y Cap´n Crunch fueron los elegidos en esta ocasión.
Y con un día como este, cerramos un comienzo de viaje que pasó de la desesperación a algo precioso e inolvidable.