Aunque a veces no lo parezca, estamos de vacaciones y sí, hay días en que no ponemos el despertador… Aun así, sin haber puesto alarma, a las 8:30 nos poníamos en pie.
Hoy era un día de verdadero verano en Japón, humedad del 90% y 35º. De esos en que empiezas a echar de menos el clima de la “tierrina”.
Como ya viene siendo habitual en todas nuestras visitas a Kioto, nuestro desayuno lo tomamos en un Delifrance cercano a la estación. Hoy decidimos cambiar el ya mítico bollo con pepitas de chocolate, por un rollo de canela y leche. ¡Qué rico estaba!
Con bastantes ganas de la visita de hoy, pero pensando en lo que nos esperaba con este sofocante calor, ponemos rumbo al destino del día. Tomamos el bus nº 17 desde la estación de Kioto hasta Demachiyanagi y de aquí, el tren Eiden hasta Kibune-guchi. Un trayecto agradable, de unos 30 minutos, hacia la zona de montañas de Kioto. Desde Kibube-guchi, se puede llegar caminando al centro de Kibune o bien, tomar un autobús que en 5 minutos te deja allí, como hicimos nosotros.
Kibune y Kurama, son dos pequeños pueblos en la zona de las montañas de Kioto. En ellos, se encuentran preciosos templos y santuarios y una ruta de senderismo bastante asequible y bonita que une ambos. Estas poblaciones, además, son famosas por sus onsen y sus restaurantes con las terrazas sobre el río.
Antes de comenzar la ruta de senderismo, visitamos el Santuario de Kibune, dedicado al dios del agua y la lluvia, al que se accede por unas escaleras repletas de preciosas lámparas rojas. Para los que os animéis a visitar este santuario, en él venden papelitos de la fortuna, que revelan lo que aparece escrito al mojarse en agua.
Ahora sí, tocaba ponerse en marcha. Comentar que la ruta es de pago y deben abonarse 200 yenes por persona en la puerta de entrada tras pasar el puente rojo de Kibune. Comenzamos el ascenso, la primera parte de la ruta, es la más dura, aunque se hace mucho más llevadera el que sea sombría casi en su totalidad. Tras esta parte, llegamos al templo Oku-no-in, donde paramos un buen rato a descansar y reponer fuerzas. Nos pusimos en marcha nuevamente y llegamos al templo Sojo-ga-dani Fudo-do. Poco después, nos encontramos con la roca Sekurabe ishi y desde este punto, ya comenzamos el descenso hacia Kurama. Atravesamos el Kinone-michi o el paseo de las raíces de cedros, el templo Jizo-do, y la fuente de agua natural Ushiwakamaru no chikaramizu.
Tras esta agradable ruta, llegamos a Kurama. Aquí visitamos Kurama-dera, un complejo de templos realmente preciosos. Seguimos descendiendo, pasando ahora por el Santuario Yuki, donde se encuentra un enorme cedro en la entrada. Finalmente, llegamos a la puerta San-mon, donde una hora después, finalizamos nuestra ruta de senderismo entre Kibune y Kurama.
Nosotros no lo visitamos, pero en Kurama tenéis un onsen que es una perfecta opción para relajarse nada más terminar la ruta de senderismo. Además, es tattoo-friendly.
Se había pasado bastante la hora de comer, por lo que los restaurantes tradicionales de Kurama, ya no servían comidas, así que decidimos volver a Kioto. Tomamos desde Kurama el tren de la línea Eiden hasta la estación de Demachiyanagi, una vez nos bajamos del tren, aprovechamos para comprar algún tentenpie en un combini cercano y tomarlo mientras esperábamos el bus nº 17 que nos llevaría a Kioto Station.
La tarde la dedicamos a descansar y poner alguna lavadora y secadora, que ya nos hacía falta.
Cuando llegó la hora de la cena, decidimos buscar un Coco Ichibanya, para volver a degustar, una vez más, el famoso care raisu que tanto nos gusta.
Antes de irnos al hotel, nos fuimos al Yodobashi, una gran tienda de electrónica y un montón de cosas más, cercana al hotel. Allí nos compramos una figura de armar de la mascota de Kumamoto. Aún estaba bastante reciente el terremoto de aquella zona y en un montón de tiendas, vendían productos relacionados para recaudar dinero y ayudar a los damnificados.
Café Boss, Kit Kat de Kumamoto y a descansar en el hotel. Mañana teníamos planeado realizar la Ruta de Nakasendo entre Magome y Tsumago, pero tras mirar el tiempo, daba muchas tormentas en la zona, por lo que decidimos que mañana sería un día relax. Nos dedicaremos simplemente a pasear y disfrutar Kioto tranquilamente.
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