Día 12 del viaje y toca nuevo cambio de base, esta vez, solo por una noche.
Nos levantamos a las 6 de la mañana, ya que a las 7.30 teníamos la reserva del Shinkansen Kayagaki (un nuevo Shinkansen que te lleva de Tokio a Kanazawa). Éste, nos llevaría hasta Nagano y ahí, deberíamos hacer escala a un LTD. Exp. Shinano que nos dejaría en uno de nuestros destinos del día, Matsumoto.
Realizamos el check out y dejamos una de las maletas en el guardaequipaje del hotel, hasta nuestra vuelta a Tokio. Salimos rumbo a la estación, con tan mala suerte, que una de las ruedas de la maleta se rompe y solo gira cuando quiere.
Compramos el desayuno en un combini de camino a la estación de Ueno, desde donde partía nuestro Shinkansen. 2 horas y 20 minutos más tarde, ya estábamos en Matsumoto.
Como aún teníamos algo de tiempo antes de tomar el siguiente tren, nos dirigimos a la oficina de información que estaba en la propia estación. Cuál fue mi sorpresa, cuando en las cristaleras veo varios posters sobre uno de mis mangas favoritos hasta el momento, Orange. Y es que esta serie, escrita por Ichigo Takano y licenciada en España por Ediciones Tomodomo, transcurre en el propio pueblo de Matsumoto. Así que la Oficina de Turismo, se lo ha currado y han hecho unos panfletos, donde te indican una ruta a seguir, para ver los distintos emplazamientos de la serie.
¡Os dejo por aquí una pequeña sinopsis y os animo a leerlo!
¿Es posible cambiar el pasado? Una historia sobre el valor de la amistad, el peso de los remordimientos y la importancia de vivir el presente.
El primer día de clase, Naho recibe una misteriosa carta de quien dice ser su yo del futuro en la que se predice de forma exacta cada cosa que está a punto de pasarle. Además, la remitente le aconseja no llevar a cabo determinadas acciones. Haciendo caso omiso de ella, Naho invita al chico nuevo que acaba de llegar desde Tokio, Kakeru, a salir con sus amigos después del instituto. Pero algo terrible le ocurre a Kakeru ese día. Algo que podría no haber sucedido si hubiera vuelto antes a casa.
Sabiéndolo, Naho decide comenzar a seguir las instrucciones que recibe desde un mundo futuro en el que Kakeru ya no existe. Pero hacer frente al presente sin dejar lugar para el arrepentimiento no resulta tan sencillo como debiera.
Me encantaría volver en un próximo viaje y no perderme este recorrido.
Ya era la hora de nuestro tren, así que tomamos el LTD. Exp. Azusa, que en 20 minutos nos dejó en la estación de Hotaka, en Azumino. El pueblo de Azumino, perteneciente a Nagano, es una población muy tranquila y pequeña, en la zona de los Alpes Japoneses. Desde aquí, volvimos a alquilar nuevamente una bici. El camino que recorrimos hasta nuestro destino, fue todo entre campos de arroz. Un paseo super agradable y tranquilo, aunque eso sí, bajo una humedad total y un sol abrasador.
¿Y hacia qué destino nos dirigíamos? Pues nada más y nada menos, que una granja de wasabi.
Daio Wasabi Farm, es una granja que se dedica a cultivar wasabi. En Japón, esta granja está considerada de las mejores, ya que el wasabi está sembrado sobre arena volcánica y es regada con un agua que tiene unas altas propiedades minerales.
Hicimos un gran recorrido por la granja, que nos encantó. No me extiendo con la explicación, porque nuestros compañeros de Japonismo, se han currado un artículo genial sobre la granja. En él, explican los diferentes recorridos a realizar (con mapa incluido) y los distintos puntos interesantes de la visita. Nosotros, en concreto, realizamos el recorrido que marcan en azul, lo que nos llevó entre 1 hora y media y dos horas.
Comimos en la zona de restaurantes de la propia granja. Esta, está compuesta por varios puestos y en el centro, hay varias mesas de picnic. Tomamos una hamburguesa y unas croquetas, ambas de wasabi. Para terminar, de postre, como no podía ser de otra manera, helado, también de wasabi. He de decir, que no estábamos muy convencidos sobre comer allí, ya que la idea de que todo fuese de wasabi, nos echaba para atrás. Pero, finalmente, fue todo un acierto, estaba todo super bueno.
Volvimos sobre nuestros pasos en dirección a la estación. Devolvimos las bicis y tomamos el tren JR Oito Line hasta Matsumoto, esta vez no había tren express, así que nos llevó 10 minutos más llegar.
Nuestra siguiente visita del día, ya en Matsumoto, fue su Castillo. Un paseo agradable y pronto estábamos en la zona. Descansamos un rato en unos bancos que están a un lado del castillo, e hicimos mil y una fotos y videos interactuando con las carpas que había en el foso. Después de un buen rato, decidimos ir a la entrada para comenzar la visita. Cual fue nuestra sorpresa, que había una pizarra indicando, que la espera era de más de una hora. Nuestro gozo en un pozo… Una hora de espera, más una visita completa, que serían unas 2 horas, nos haría perder el tren a Nagoya, donde haríamos noche, como parada intermedia de nuestro camino a Miyajima. Hicimos noche en Nagoya por acortar el trayecto del día siguiente, pero si fuese hoy, hubiese elegido dormir en Matsumoto y así hubiésemos podido ver el castillo por dentro. Una pena, pero siempre hay que tener excusas para volver al país nipón.
Aún teníamos un poco de tiempo hasta coger nuestro tren a Nagoya. Por lo que echamos un ojo al panfleto que habíamos cogido en la estación y vimos que, en el centro comercial Parco, camino a la estación, había una exposición sobre Orange, así que no nos lo pensamos dos veces. Tras un ratito paseando por allí, también vimos un mini-puesto que vendía algo de merchandising sobre la serie.
Con pena por no haber disfrutado más de esta ciudad, tomamos nuestro tren LTD. Exp. Shinano a Nagoya, que nos dejó allí, tras 2 horas de ver paisajes preciosos de los alpes y alguna que otra cabezadita, para qué vamos a engañarnos.
Nuestro hotel en Nagoya estaba justo al lado de la estación, por lo que encontrarlo fue muy fácil. Hicimos un check-in rápido y nos fuimos a cenar.
Llevábamos anotado un lugar concreto para cenar, el Sekai no yamachan. Se trata de una famosa cadena de izakayas donde sirven distintos platos típicos. Nosotros nos pedimos las famosos alitas de pollo tebasaki y las kuro tebasaki que son con un toque picante, acompañadas de un par de jarras, una de cerveza y otra de chuhai.
Hasta aquí llegó el día. Para el próximo nos toca un destino muy especial, que aunque ya lo visitamos en dos ocasiones, siempre tendrá un hueco en nuestros viajes a Japón, Miyajima.
Gracias por leernos!
Muy original lo de la granja!! Aunque a Jordi no le gusta nada el sabor del wasabi.. así que no se yo…
Lo que no acabo de entender era la visita al castillo? No es libre? Nosotros entramos por nuestra cuenta…
Un saludo
La granja es super chula, un paseo muy agradable. Aunque no le guste el wasabi, podéis volver a comer a Matsumoto o llevaros un bento para él y así tu puedes probarlo, jiji. El Castillo de Matsumoto es de pago, creo que sobre 600¥. Ese día, tenían una carpa delante con música en directo y varios puestos, yo creo que había alguna fiesta y por eso estaba masificado y tendrían que controlar el aforo se entrada…