Hoy teníamos previsto tomar el tren JR hasta Sendai sobre las 7 de la mañana, para así aprovechar y hacer una visita que pillaba muy cerquita, Matsushima, considerada uno de los tres sitios más bellos de Japón. Era un lugar al que le teníamos muchas ganas desde que nuestros compañeros de Japonismo compartieron un gran artículo del lugar. Pero la noche anterior, tras el cansancio que ya arrastrábamos, decidimos cancelarla e ir directamente a Sendai a disfrutar únicamente de sus calles y su festival, sin la excursión prevista, así tendríamos una excusa para, en futuros viajes, acercarnos a la zona.
El despertador sonó mucho más tarde de lo que estaba siendo habitual durante nuestra aventura. A las 9 de la mañana nos pusimos en pie, nos dimos una ducha tranquilamente y recogimos nuestro equipaje para hacer el check-out. Una vez salimos del hotel, tras cruzar un par de calles, nos dimos cuenta que nos habíamos olvidado la cámara de fotos, volvimos a por ella y cómo no, ahí estaba en la habitación, en el lugar exacto donde la habíamos dejado. Pues bien, haciendo un inciso en todo esto, mientras esperaba a que Fon subiese a la habitación, me percaté de que, colgado en la pantalla del ordenador de recepción, había un llavero de la mascota de Akita, el famoso perro, y me dije “Anda! Cómo el mío!”, pero empecé a pensar ¿qué hará la mascota de Akita en un hotel de Yamagata? Cuando me da por mirar todos los llaveritos que llevaba colgados de la mochila, vi que justamente me faltaba ese. Le pregunté a la recepcionista y me dijo que lo habían recogido porque alguien lo había perdido en la recepción del hotel. Ahora pienso, qué suerte la nuestra al olvidarnos la cámara, ya que sino el llavero lo hubiese perdido para siempre. Y es que en este viaje, al visitar lugares tan diferentes y alejados, nos fuimos comprando un colgante con alguna simbología o representación de cada ciudad para llevarlo siempre enganchado en la mochila de recuerdo.
Después de esto, pusimos rumbo a la estación y una vez allí, como aún nos quedaba tiempo, decidimos desayunar en un Starbucks que había en la propia estación. Con el estómago bien lleno, buscamos nuestro andén y tomamos la línea Rapid JR Senzan hasta Sendai, donde llegamos tras una hora de trayecto.
En la estación ya se empezaban a notar los aires de festival, mucha gente, mucha decoración, banderolas que colgaban de todos los techos, así como un puesto de información en la salida central donde te informaban de todo lo que iba a pasar durante el festival.
Justo cuando íbamos a salir, nos llamó la atención una cola que se estaba formando a la entrada de un establecimiento y como nos picaba la curiosidad, nos paramos a mirar, descubriendo que se trataba de un puestito de tartaletas de queso. El lugar se llamaba Bake Cheese Tart. Los pasteles estaban deliciosos, nunca probamos unos pasteles de queso tan tan ricos. Tan ricos, que no llegaron ni al hotel, de camino acabamos con todos!
Como aún no era la hora del check-in, dejamos nuestras maletas en el guardaequipaje del hotel y nos fuimos a recorrer las calles de Sendai para ver el punto fuerte del festival, las banderolas.
El Tanabata Matsuri, es un festival que se celebra a lo largo de dos calles principales de Sendai, la Chuo y la Ichibancho, donde se cuelgan banderolas decoradas con distintos motivos y formas. Las banderolas pueden llegar a medir hasta 5 metros de largo y están hechas de papel washi, elaboradas por los propios comercios, escuelas o distintas asociaciones. En alguna de las zonas, existen mesas donde están los creadores, pudiendo hablar con ellos y escribir un deseo en un trozo de papel para después colgarla en alguna de las tiras que cuelgan de la banderola. A nosotros nos asaltaron un par de señoras mayores y, como pudieron, intentaron explicarnos lo que debíamos hacer. Finalmente, consiguieron que dejásemos nuestra tira de papel colgada de una de las banderolas previo donativo (cabe destacar que en ningún momento nos pidieron nada, pero como vimos una hucha donde había dinero, decidimos aportar algo y como siempre, reverencias por doquier como agradecimiento). No es de extrañar que este festival se haya hecho un hueco muy importante entre los eventos del país, llegando a visitarlo más de 2 millones de personas.
Es muy agradable pasear por ambas calles del festival, pues estas están cubiertas y tienen un montón de comercios. Es un paseo muy entretenido, hay banderolas realmente originales, nuestras preferidas fueron estas basadas en los personajes del Studio Gibli.
Llegaba la hora de comer, decidimos salirnos por una de las bocacalles que salían de la principal, cuando nos topamos con un Coco Curry, ¿y qué pasa cuando Fon y Aida ven un Coco Curry? Pues que no hay más que buscar, a comer allí que nos fuimos.
Tras comer, decidimos ir a hacer el check-in en el hotel para despreocuparnos del tema. Apenas nos detuvimos en la habitación, dejando rápidamente el equipaje y volviendo de nuevo a las calles. Esta vez queríamos acercarnos a un edificio que llevábamos anotado, donde hay un mirador de la ciudad, el AER Building. De camino a él nos paramos en varias tiendas que fuimos viendo de figuritas y videojuegos y en una de ellas, un K-Books, cayeron un par de figurillas tiradas de precio. Ya en el AER Building visitamos varias tiendas, el Pokemon Center que había en él y la famosa tienda Uniqlo (una especie de H&M aquí), ya que suelen tener camisetas de personajes famosos y yo andaba detrás de una de los Moomin. Cuando ya tuvimos dosis más que suficiente de compras y tiendas, decidimos subir al mirador, que además es gratuito, para ver anocheder desde allí, ofreciéndonos unas vistas impresionantes de la ciudad.
Aún quedaban un par de horas para la cena, por lo que volvimos a las calles donde se celebra el festival para seguir paseando y viendo nuevas banderolas, no nos cansamos de hacer fotos y videos, no hay dos iguales y por un detalle u otro, todas nos llamaban la atención.
Mientras paseábamos por una de las calles principales, vi que en el McDonald´s, con el menú infantil regalaban un libro y un plato de los Moomin, asi que no pude dejar pasar la ocasión y decidimos, aunque fuese por un día, cenar allí.
Después de cenar, las tiendas estaban cerrando y comenzaban a recoger las banderolas. En algunos locales las recogen hacia arriba, enrollándolas, en otros las tapan y en otros las descuelgan de sus soportes y las guardan dentro de los comercios. Supongo que para que nadie las estropee durante la noche (cosa que me resultaría bastante rara en ese país, aunque delincuentes en menor o mayor cantidad, al fin y al cabo, los hay en todos sitios).
Una ciudad ideal que nos dejó muy buena sensación y que si algún día volvemos a esa zona, bien para disfrutar nuevamente del festival o para hacer la visita pendiente a Matsushima, seguramente no dejaremos pasar y disfrutaremos del resto de atractivos que tiene y no pudimos disfrutar por falta de tiempo.
Menos mal que recuperaste la camara y el llavero, que a veces te llevas cada sorpresa que no se ni como se atreven. Y me parece super bonito esto de las bandeloras chicos. Tiene que ser precioso. Buen post!!!!
Japón es ub país super seguro, de echo es rarísimo que alguien coja algo que no es suyo. En los restaurantes la gente se iba al baño dejando su mac book y su móvil en la mesa… cosas impensables aquí! Gracias por comentar 🙂