Los días siguen pasando y cada vez estamos más a gusto, descubriendo lugares nuevos y disfrutando de los ya conocidos. Hoy tocaba uno de los más bellos lugares que tuvimos la suerte de conocer en Japón, la isla de Miyajima, en Hiroshima.
Salimos temprano del hotel para coger el Shinkansen que nos llevaría, en cosa de hora y media, a Hiroshima, donde pasaríamos el día y la noche. Aprovechamos para desayunar en el propio tren y dormir un rato, que aún tenemos alguna hora de sueño pendiente desde que llegamos.
Nada más llegar a la estación de Hiroshima nos dirigimos directamente al hotel en el que nos hospedaríamos durante el día y la noche de hoy. Al igual que en Kioto, se trata del hotel Hana Hostel, precios económicos y ambiente joven. La verdad que está muy cerca de la estación, así que es una gran opción para quien quiera conocer Hiroshima. Por el camino nos encontramos con un recinto en obras en el que están construyendo un nuevo edificio y nos fijamos en una cosa que, aunque parezca una pijada nos resultó bastante curioso. Cada camión que iban cargando de escombros, era limpiado a base de manguera de forma exhaustiva por uno de los operarios, para no ensuciar lo más mínimo la carretera durante el transporte. Igual que en España, ¿a que sí?
Llegamos al hotel para hacer el chech-in y al menos dejar la maleta en el cuarto de equipaje, ya que aún no era hora para poder acceder a la habitación. Cogimos lo necesario y regresamos de nuevo a la estación para subirnos al tren que nos llevaría a Miyajimaguchi, tras 5 ó 6 paradas, siendo un viaje bastante corto. Nada más llegar a Miyajimaguchi, tomamos un pequeño paso subterráneo con el que atravesar la calle principal de la ciudad, para aparecer frente al muelle donde nos esperaba el ferry que nos llevaría finalmente a la isla de Miyajima.
La visita fue bastante emotiva desde un primer momento y aunque esta vez fue más corta y no pasamos la noche allí, volvimos a recordar lo mágico que es este lugar. Los ciervos salvajes que pueblan la isla volvieron a recibirnos nuevamente y nos hicieron sonreír como niños desde un primer momento. También nos recibió un calor increíble y una humedad que nos puso las cosas un poco difíciles para caminar por allí. Pero bueno, en cuanto volvimos a entrar en el santuario Itsukushima, cualquier queja sobre el clima o el cansancio se desvaneció por completo. Aunque había alguna zona en obras, pudimos disfrutar de un bonito paseo por sus pasillos y contemplar desde allí una preciosa vista del gran Torii, que aún con la marea baja, ya se mostraba imponente. Tanto el torii como el santuario crean un cuadro perfecto al combinar el azul del mar con el color naranja de su madera y el verde de la montaña que se erige a su espalda. Una estampa bien merecedora de ser Patrimonio de la Humanidad desde 1996.
Tras pasar un buen rato adorando estas preciosas construcciones, atravesamos algunas de las calles repletas de tiendas que por allí se encuentran, para dirigirnos al segundo punto importante de nuestra visita a Miyajima, el templo Daisho-in. No es un complejo muy grande ni tiene las construcciones más impresionantes, pero para nosotros es muy especial, aquí hicimos la promesa de regresar algún día a Japón y lo habíamos conseguido.
Llegó la hora de comer y tocó hacer lo propio, así que volvimos a visitar el restaurante al que habíamos ido hace dos años, pero esta vez pedimos un menú distinto. El ingrediente estrella de esta zona son las ostras así que al menos pedimos que uno de los dos platos las incluyese. El menú incluía sopa miso, pepinillos hervidos (parecían hervidos), té de sésamo y el plato principal, que constaba de arroz cubierto con huevo, verduras y ostras. Sobra decir que estaba todo delicioso, como siempre.
Después de comer, con el ambiente un poco menos caluroso, dimos un último paseo por la isla para finalmente despedirnos de ella, una vez más y con la misma pena.
Ya de vuelta en Hiroshima, pudimos por fin conocer la habitación del hotel, más pequeña que la de Kioto, pero mejor distribuida. Al no haber pasillo, la zona del «dormitorio» es más amplia y está mejor iluminada al dar la ventana a una zona bastante abierta. El tatami se ve bastante nuevecito y aún huele bastante a fresco, cosa que nos encanta.
Se me olvidaba comentar otro dato curioso y es que de la que volvíamos caminando desde la estación, vimos a una niña pequeña que se había apeado en la misma parada que nosotros y ella solita se fue caminando por la calle hasta la siguiente línea de tren, suponemos que para regresar a casa. La verdad que impresiona bastante ver a una niñita tan pequeña caminando sola por una ciudad tan grande, pero por aquí es bastante habitual y no corren ningún tipo de peligro, por algo es uno de los países más seguros del mundo.
Después de descansar un buen rato en la habitación y pegarnos una ducha, decidimos ir a dar un paseo por la ciudad, principalmente para ver la cúpula de la bomba atómica y después cenar en un famoso restaurante de Okonomiyaki. El edificio de la cúpula ya lo habíamos visto en 2012, pero nunca de noche, cuando adquiere un tono aún más triste, si cabe.
Para quien no lo conozca, la cúpula de Genbaku, o Genbaku Dome, es el único edificio que quedó en pie tras la explosión de la bomba atómica, en Agosto de 1945. La verdad que aún habiéndolo visto una vez, la sensación que se te queda cuando lo estás observando, es horrible. Mientras estábamos plantados delante del Genbaku intentando imaginar lo terrible que pudo haber sido aquel día, se nos acercó un señor, llamado Hideo Asano y tras preguntarnos de dónde éramos, intercambiamos unas cuantas palabras en español antes de pasar al inglés. Nos comentó que era escritor y nos ofreció un pequeño librito de Haiku (poema corto japonés) escrito en castellano. Se lo compramos gustosamente y tras agradecérnoslo nos dijo que era para luchar por la causa. Se veía que el señor era un poco antisistema, no dejaba de decir que Japón era malo, la policía muy peligrosa y no dejan vivir a los que luchan, literalmente. También estuvimos rajando un poco del (ex)Rey Juan Carlos y su afición por los elefantes, os lo juro, él mismo sacó el tema XD. Pero lo más importante e interesante, fue cuando nos estuvo contando lo que sucedió allí mismo, a 600 metros sobre el suelo donde nos encontrábamos, tuvo lugar la fatídica explosión que acabó instantáneamente con la vida de más de 70.000 personas. Nos comentó que aquella zona era el mismo infierno, alcanzando miles de grados centígrados…es uno de los momentos más espeluznantes que ha vivido la humanidad, sin duda. También nos señalo el puente que era el objetivo principal de la bomba, así como la Casa de Descanso a pocos metros en la que sobrevivió un hombre al encontrarse en el sótano del edificio.
Tras este paseo de reflexión y la agradable conversación con Hideo, nos dirigimos a la zona comercial para cenar, aunque tuvimos la mala suerte de encontrarnos el restaurante cerrado. Así que aprovechamos para seguir mirando algunas tiendas, hacer alguna compra y seguir buscando un sitio para comer algo rápido. Al final lo más amañoso que encontramos fue un Kentucky Fried Chicken donde dimos buena cuenta de…pollo frito, lógicamente.
Ya de vuelta al hotel, hicimos una parada en un salón arcade para probar suerte en las máquinas UFO Catcher, las del garfio…y tras varios intentos conseguimos sacar un llavero que, seguramente nos hubiese salido más barato comprarlo, pero la emoción es lo que cuenta.
Nada más por hoy, una mañana agotadora, una tarde relajada y pilas cargadas para el siguiente día, en el que regresaremos a Kioto, haciendo una parada en Himeji para visitar su castillo y por la tarde esperamos dar una vuelta por Osaka.
Hasta mañana!
De nuevo, no iba a comentar, porque me repetiría hasta la saciedad… pero qué FOTOS!! Mamina, sí que parece el paraíso del fotógrafo. Alguna vais a tener que ampliarla.
En especial me encanta el interior del Daisho-in, con ese techo repleto de faroles…
En realidad es una sala muy oscura, así que tuve que tirar de exposición bastante larga. Como tenía donde apoyar la cámara pues probé…y al final quedó bien y todo! 😉
Que bonitas las fotos de Miyajimaguchi 🙂 El edificio de la cúpula acojona de noche :O
Miyajima es una visita obligada en Japón, sin duda, es magia pura. Tienes razón, el Dome impresiona mucho más de noche, parece que hayan buscado una iluminación concreta para transmitir esa sensación.
Una entrada muy emotiva, espero que tengáis mas fotos de esos ciervos para verlas a la vuelta.
Debe dar un respeto increíble el Genbaku Dome, espero poder verlo en persona algún día.
Un saludin
La verdad que sí, aunque es aún más impresionante visitar el Museo de la Paz que hay cerca, vas con un nudo en el cuello casi todo el rato 🙁
Fotos de ciervos llevaremos más de mil, como la otra vez, jaja así que no te preocupes 😉
Cada día que pasa con más ganas de que llegue el siguiente para leer la nueva entrada jeje. Como hace dos años, estremece recordar todo lo sucedido en Hiroshima. La foto de la cúpula vuelve a poner los pelos de punta… A disfrutar chicos!!! No os olvideis de mi cartera de los moomins!!!! Con tanta compra… algo me caerá digo yo… Ejem ejem… Besitos!!!! 😉
Nos encanta que os guste leer a diario las entradas. Nos da rabia no poder actualizar a veces, pero es que el tiempo y el cansancio se nos echan encima.
Si vieses todo lo que hay aquí de los Moomin…buff! 🙂
La foto con todos los farolillos encendidos es simplemente increíble *O* , dios los ciervos son puro amor, apetece apachucharlos todo el día…mientras se intenta comer tu mapa XD
Siempre que veo ese Torii me da la sensación de que es mucho mas pequeño XD, el templo Daisho-in me encanta, curiosas las estatuas sobre la piedra me pregunto a quienes representaban.
PINTAZA ese menú *O* mira que a mi las ostras es algo que no me da mas, peor ese arroz tenia que estar sublime, ¿El té de sésamo no os resulta fuerte?
Sin duda hiro
Amo la mochila de la niña *O* algún día tendré una randoseru y seré feliz, la verdad es que yo rara vez veo niños pequeños coger el trasporte público solos aquí en España..
Buff la cúpula de la bomba atómica, siempre que ves algo así tiendes a reflexionar, quizas mas de la cuenta y …en mi caso…a acabar sintiendo repulsión por la humanidad…en fin menos mal que ese amable escritor puso un punto diferente al momento jeje
Pues las ostras estaban jugosísimas, no sé cómo sabrán preparadas de otra manera pero tanto en este plato, como rebozadas, con curry…están deliciosas!
El té de sésamo está bastante bien, aunque como estábamos bebiendo agua y cerveza, no nos apeteció mucho…ten en cuenta que lo sirven caliente.
Visitar Hiroshima siempre te deja en algún que otro momento una sensación triste, es inevitable.